miércoles, 18 de septiembre de 2024

GRECIA Y BORGES

 

 

 

 

GRECIA Y BORGES 

El fin del pensamiento presocrático fue la búsqueda de lo estable en un mundo cambiante. Tal equilibrio se debía encontrar en la primera sustancia
Para Tales de Milete esa sustancia fue el agua; para Anaximandro, el “apeiron“, infinito cuyo incesante movimiento delimita las cualidades básicas de la materia; para Anaxímedes, el aire, como sustancia que podía condensarse en líquidos o sólidos o enrarecerse en el fuego; para Pitágoras, una sustancia abstracta representada por el número; para Empédocles, lo formaban los cuatro elementos juntos: aire, tierra, agua y fuego, de cuyas múltiples combinaciones nacerían las cosas. Anaxágoras nos habla del “nous”, elemento ordenador y gobernador del caos; Parménides centra toda su atención en el carácter inmutable del Ser, negando el movimiento que defiende con obstinación Heráclito, quien afirma la perpetua mutabilidad de las cosas y un incesante movimiento en el cual la vida surge por transformación de lo que muere; mantenía este último que el fuego era esa sustancia primordial.
Heráclito juega con el tiempo y el movimiento, con la esencia y la existencia de las cosas: ¿Cuál sería la posición del hombre que participa del ser, del existir, del tiempo y del movimiento y a la vez puede concebirlos y explicarlos frente a la maraña difícil del conocimiento del cosmos?
Cada uno de estos filósofos presocráticos se sintió responsable y a la vez depositario de una palabra de origen divino, que debía transmitir a los otros seres humanos. Esta actitud -frente al hecho que ha de considerarse- se ve sustentada por la creación de un sistema coherente del pensamiento.
Problemática actitud fueron los parámetros de la presente indagación en la obra de Borges, agrupándolos según los parámetros y la paternidad de sus inspiradores. De estas lecturas y reflexiones surge una actitud filosófica pura, con las necesarias y equilibradas dosis de ciencia y poesía.
W. Jaeger considera que la filosofía griega es una especie de teología natural, fundada sobre un meticuloso conocimiento racional de la naturaleza de las cosas y piensa que las especulaciones anteriores y posteriores a Sócrates giran alrededor del tema de la divinidad, que serían más adelante los potenciales teólogos cristianos.
Me ocuparé en esta primera parte del ensayo de Sócrates, Platón y Aristóteles.
A) SÓCRATES:
Borges, en todo su corpus, no menciona al filósofo en frecuentes ocasiones; sin embargo, su muerte lo tocó, ya que es el individuo en ese instante quien le interesa, asociado de algún modo a la injusta muerte de Cristo o de Buda, muertes sin las cuales no se concibe la historia de la humanidad.
La impronta que la filosofía griega deja sobre la obra borgiana posee diferentes matices y niveles. Podríamos dividirlo en dos aspectos: a) el manejo de las figuras frontales como Sócrates, Platón y Aristóteles, que cubre los aspectos eruditos de toda su actividad literaria y b) cuando el poeta se transforma él mismo en filósofo y crea su propio cosmos, desde esa misma mutación que corresponden a las fuentes presocráticas, manifestando un interés profundo frente a los eternos problemas filosóficos: el Ser, el Tiempo, la Cantidad y el Infinito.
B) PLATÓN:
Borges prefiere intimar mejor con Platón y con Aristóteles, porque nos legó mejores resultados literarios sobre el célebre tema de las ideas, los Arquetipos (o formas), piedra angular de la Teoría del Conocimiento.
Platón sostenía que el mundo de las Ideas estaba completamente desvinculado del mundo sensible; al primero podemos acceder por medio del puro intelecto. Son formas que existen “ en sí y de por sí,” independientes de la mente o de las cosas, contenidas en una realidad suprema, denominada el Bien; es una forma de las formas, únicos objetos del conocimiento verdadero, inmutables realidades que la mente humana logra percibir en la vida real como imágenes o sombras de la idea pura y perfecta; prisioneros del cuerpo, no alcanzaremos la idea pura hasta después de la muerte, cuando el alma, liberada de su prisión física, levante vuelo y llegue al conocimiento perfecto.
La alusión de la muerte enriquece el texto como medio para la definitiva contemplación de las formas. Otra vez encontramos los arquetipos cuando dice: “La esfera de Pascal: “La esfera es la figura más perfecta y más uniforme, porque todos los puntos de la superficie equidistan del centro.”
2) Existe toda una elaboración a partir de la idea del Arquetipo. En tres de sus poemas Borges nos habla de la figura de un animal salvaje, presentada en su dimensión actual o en su forma arquetípica. En estos tres casos, el hombre modifica la dimensión de la fiera con el encierro o la muerte.
Tenemos dos menciones aún más complejas en dos poemas: “Beppo”, el gato borgiano, al cual lo presenta en tres situaciones, como una relación de conocimiento sujeto-objeto:
-Un gato frente a un espejo (sin saber que es su imagen).
-El poeta, frente a Beppo y su imagen en el espejo; dice que ambos son manifestaciones de un arquetipo eterno (gato-imagen, idea arquetípica).El hombre frente a sí mismo.
El mismo tópico, en otro poema del mismo libro citado, donde nos habla de “las dos catedrales”. La catedral de piedra y el poema que la representa, como manifestaciones de la Idea Arquetípica, sólo perceptible para quien ha muerto.

La doctrina de Platón, que tanto ha inspirado al cuerpo borgiano, es también fuente de aguda crítica ingeniosa.

En HISTORIA DE LA ETERNIDAD, vemos lo siguiente: “(…) Del concepto de eterna Humanidad no espero lo mismo; sé que nuestro yo lo rechaza, ya que prefiere derramarlo sin miedo sobre el yo de los otros. Mal signo; formas universales mucho más arduas nos propone Platón. Por ejemplo, la mesa inteligible que está en los cielos; arquetipo cuadrúpedo que persiguen condenados a ensueño y a frustración de todos los ebanistas del mundo: sin una mesa ideal no hubiésemos llegado a mesas concretas. (…)
“(…) De la patología y agricultura no hay arquetipos, porque no se precisan. Quedan excluidos igualmente la hacienda, la estrategia, la retórica y el arte de gobernar -aunque con el tiempo, algo deriven de la Belleza y del Número. No hay individuos, no hay una forma primordial de Sócrates ni siquiera del hombre alto o de emperador; hay, generalmente, el hombre. En cambio, todas las figuras geométricas están ahí. De los colores, sólo están los primarios. (…). En orden ascendente, sus más antiguos arquetipos son estos: la diferencia, la igualdad, la moción, la quietud y el Ser.” ( …)
Un caso particular de idea arquetípica en relación al objeto con su nombre lo encontramos en un tema que Platón desarrolla en El Cratilo, donde expone dos opiniones opuestas: la de Cratilo, que sostiene que los nombres son algo convencional. Sócrates afirmaba que, como las cosas tienen una realidad permanente, no depende de los hombres la tarea de fijar nombres; los nombres no son siempre los justos, ya que el uso, la convención o los elementos arbitrarios intervienen. La misión del poeta sería restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar.
El problema del conocimiento de Platón lo vemos en Blacke, donde alude al difícil dilema de la relación idea-objeto, que la inserta en el esquema del mito de la caverna.
El objeto es una rosa y Borges se pregunta en qué aspecto cualitativo de la flor está ella misma.
Puede ser esa rosa la imagen de una idea de la cual no tenemos ni remotamente una noción clara.
Como las sombras, en el fondo de la caverna, pueden figurar objetos, que nada tienen en común, con los que transitan por la pared que la fogata ilumina.
La curiosa y difícil relación idea-objeto puede repetirse en el esquema idea-escritura. Dice Platón en El Timeo: “Es una tarea ardua descubrir al padre y hacedor de este universo y, una vez descubierto, resulta imposible comunicarlo a todos los hombres.”
Con respecto a la escritura, dice en Fedro: “Las páginas escritas son como figuras pintadas; parecen vivas, pero son incapaces de responder formulación de una pregunta. La escritura no provoca remembranza sino medio para recordar.”
Esta presencia del filósofo  en su obra no puede concluir sin la referencia a la discusión del tiempo, elemento de gigantesca dimensión en su pensamiento. En un artículo de Historia de la Eternidad, Borges apunta a esta discusión. En el primer ensayo de la obra citada comenta el concepto de Platón, según el cual el tiempo es imagen móvil de la eternidad. A través del filtro de diferentes escuelas filosóficas, el poeta finaliza en que ninguna concepción de la eternidad es meramente un agregado del pasado, presente y futuro sino “una cosa más sencilla y mágica: la simultaneidad de esos tiempos”. Es una concepción no inventada por este filósofo -porque los presocráticos ya se habían aproximado a ideas similares-pero sí la amplió y resumió con lujo.
El esplendor de la eternidad es paralelo al del infinito matemático, que también admite dos concepciones: a) la tradicional (agregado numérico de infinitos términos) y b): el conjunto, denso. Elige este último, porque le permite urdir juego lógicos-ingeniosos, al enfrentarla con la otra.
El otro artículo que hace referencia al tiempo circular en el cual comenta el pasaje de El Timeo que habla del año perfecto, según una visión astrológica, la historia repite el carácter cíclico del movimiento planetario y al cabo de cada año platónico renacen y cumplen su destino los mismo individuos. La idea del tiempo cíclico ya aparece desarrollado en los presocráticos; muchas veces se volvió a ella, desde diversos ángulos y con diferentes resultados. Borges recuerda el carácter astrológico del concepto cíclico de Platón, al cual considera uno de los tres modos de concebir el eterno retorno. Otro es el matemático; “siendo finita la materia, es finito también el número de posibilidades de cambios de esa materia, agotado el cual, vuelven a repetirse las anteriores”. El tercero concibe ciclos similares, no idénticos y es el que más amplios márgenes de interpretación admite. En una posición extrema, cada vida, breve o larga, triste o dichosa, contiene todo lo que una vida puede contener y la historia de cada hombre es la historia de la humanidad. Es una concepción cuantitativa; la existencia del hombre es una cantidad constante, invariable, pues o bien entristece o irrita, aunque en los tiempos que declinan es la promesa de que ningún oprobio, ninguna calamidad, ningún dictador podrá empobrecernos.  
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C) ARISTOTELES.
Este filósofo “funda la metáfora sobre las cosas, no sobre el lenguaje.” También menciona Borges que fue el estagirita el primero en refutar la célebre paradoja de Zenón de Elea, sobre la carrera de Aquiles y la tortuga y que lo hace “con brevedad desdeñosa.” No obstante esta refutación le sirve para elaborar el argumento de “El tercer hombre” en contra de la doctrina de Platón. Dicha exposición y discusión le servirá de argumento reflexivo a fin de llegar a Santo Tomás de Aquino y su original ocurrencia sobre el “regressus ad infinitum,”afirmando la existencia de Dios mediante un medio absolutamente lógico. Para Borges, Zenón de Elea es incontestable, salvo que confesemos la idealidad del espacio y del tiempo. Aceptemos el idealismo, el crecimiento concreto de lo percibido y eludiremos la pululación del abismo de la paradoja.
Notamos un Borges activo, participante de una discusión de siglos, desdoblado en un comentarista actual y un pensador antiguo. Tal vez hasta podríamos incluirlo en la categoría intemporal de los “presocráticos.”
En “Avatares de una tortuga”, el procedimiento es similar; expone el asunto de la paradoja primero con sus palabras y luego con la cita de Aristóteles y la refutación del Estagirita con el argumento. Borges concluye que Zenón de Elea recurre a la infinita regresión contra el movimiento y el número y Aristóteles, contra las formas universales. Nuestro autor se explaya sobre interpretaciones y refutaciones de la aporía y razonamientos varios, que elabora desde ella. Nombra entre varios a Agripa, Santo Tomás, Leibnitz, mientras Lewis Caroll propone una paradoja en la que las distancias entre Aquiles y la tortuga crecen en lugar de disminuir.
Borges finaliza con una paradojal expresión poética: ”( …) Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo, Le hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo, pero hemos consentido en su arquitectura, tenues y eternos intersticios de sin razón para saber qué es falso.”
Sabemos que éste filósofo fue estudiado con mucho cuidado por los árabes del Medioevo.
En “La busca de Averroes”, el escritor argentino comenta la dificultad de los comentaristas árabes para poder comprender los conceptos de “tragedia” y “comedia” inexistentes como formas de teatro en Oriente y como género oriental:” ( …) La víspera, dos palabras dudosas lo habían detenido en el principio de La Poética. Esas palabras eran tragedia y comedia. ( …) nadie, en el ámbito del Islam barruntaba lo que querían decir (…). Recordé a Averroes, que encerrado en el ámbito del Islam, nunca pudo saber el significado de estas voces ( …)
Con su lúcida maestría, el escritor nos lleva a una insospechada conclusión y su original y particular intervención muda la fábula en un juego lógico: “( …) Sentí (…) que mi narración era un símbolo del hombre que yo fui ( …) y que ( …) yo tuve que ser aquel hombre y que, para ser aquel hombre, yo tuve que redactar esa narración, y así hasta el infinito.( …)“

LOS PRESOCRATICOS


Sócrates divide de dos modos, estilo o principio el pensamiento filosófico: a) el especulativo, casi científico, que se concreta en una densa expresión poética y b): el práctico, que apunta a principios morales y políticos, en una expresión más clara, aunque nunca exenta de poesía. En a) encontramos a Tales de Mileto, a Anaximandro, Anaxímenes, Empédocles, Anaxágoras, Zenón, Pitágoras, Parménides y Heráclito pensadores que vivieron entre el último tercio del S VII a.C y el segundo tercio del S V a.C, denominados los presocráticos y b) Sócrates, Platón y Aristóteles con sus seguidores, en una instancia posterior. Los presocráticos, en el ámbito donde lo infinito y lo eterno se mueven naturalmente, el hombre finito y mortal, preguntando e intentando encuadrar sus respuesta en un coherente sistema del conocimiento, a través de un lenguaje poético, a veces oscuro, apuntando al mismo tiempo a lo racional y a lo intuitivo.
Los seguidores de Sócrates parten del hombre y su relación consigo mismo, con los dioses y las instituciones, a fin de discutir el problema epistemológico, imitando la investigación de la naturaleza. La delimitación de su problemática es más precisa y sus objetivos son más inmediatos.
A) TALES DE MILETO:
De él rescata una idea fundamental: el agua, como principio de todas las cosas .
B) EMPEDOCLES DE AGRIGENTO: Señala uno de sus principios: los cuatro elementos de la naturaleza.
Empédocles de Agrigento nos explica que el uno se divide y se reconcilia y los dioses serían la urdimbre de este drama universal. Para Borges, esa trama es la eterna correlación e infinita ramificación de causalidades a través del tiempo en la que se insertan la vida del hombre y los objetos que la circundan. El tiempo, el círculo sin principio ni fin, el vértigo y la ilusión, la memoria mesurada, el laberinto, la forma del tiempo y del conocimiento complejo y las tareas, según el argumento, son elementos constantes que conforman la trama.
C) ZENON DE ELEA.
Las aporías de este filósofo a menudo están presentes en alusiones directas:
En la perpetua carrera de Aquiles y la tortuga, Borges incluye dos trabajos sobre esta paradoja que denomina “joya”, indiferente a toda refutación hecha a través de los siglos.
D) PITAGORAS DE SAMOS:
La filosofía de la relación numérica -con su concepción del tiempo circular y de la trasmigración anímica- ejerce un poderoso atractivo, que interpreta como la repetición de circunstancias el resultado de la finitud de posibilidades combinatorias de elementos finitos -lugares, personas- en un medio infinito -espacio, tiempo-; agotadas las combinaciones, todo vuelve a suceder nuevamente, trasmigración y amnésis incluidas.
En la “noche cíclica” reúne todos los elementos pitagóricos ortodoxos y borgianos en lugares, objetos, personas, espacio, tiempo. Tenemos la evocación del ciclo completo, cuyo primer verso es igual al último, como anticipo de un ciclo futuro.
En el futuro regreso del lejano pasado se producirán los mismos episodios míticos e históricos y la mano que registra ese concepto volverá a nacer del mismo vientre. Borges reitera la combinación del sistema matemático griego con el conjuntista, logrando una no-definición que le da pie para evocar su propio pasado.
La imagen de Buenos Aires, de la historia del autor y de los sitios por él frecuentados y que le tocó vivir, conforman un microcosmos similar al del macrocosmo griego y su historia universal, -la real y la soñada-. Entre uno y otro se establecen relaciones intemporales y unívocas, como las operaciones con conjuntos.
D) PARMENIDES DE ELEA:
Federico Nietzche destaca que estos trágicos pensadores fueron los primeros en plantearse el problema del Ser; para ellos, la vida estuvo al servicio del conocimiento y del pensar. Aquí nos ocuparemos de la existencia del Ser que perturbó a los eleatas, convirtiéndolos en los verdaderos filósofos griegos. Heidegger acepta, muchos siglos después, que los presocráticos no apartaron la vista del Ser, buscando algunos las relaciones entre el Ser y el Devenir (como bien veremos en Heráclito de Efeso) o entre el existir y la nada y en establecer el concepto de verdad, como apertura o revelación, no como resultado de un encadenamiento lógico. El mismo entusiasmo de los filósofos modernos por los presocráticos, alcanzando extremos límites por instantes, se comprende viendo los fenómenos de aceleración cultural, desde un siglo en adelante: el acelerado progreso científico que escapa de los esquemas lógicos y del conocimiento de la filosofía tradicional, en las figuras más lejanas -desde Sócrates en adelante- el desborde estético que se manifestó en todos los “ismos” que le siguieron: fue lo que nos distanció de todo intento estructural, una estética de validez sólida.
Esa velocidad le devuelve al hombre la imagen de su verdadera dimensión, de su infinita pequeñez frente al universo, de sus límites, sus carencias y potencialidades. De poco le vale sus conocimientos y habilidades hoy, porque su devenir lo excede. Se busca lo estable en un mundo en constante cambios; se busca regresar al principio de la problemática central de los presocráticos en la pregunta: ¿Qué es el Ser? ¿En qué se relaciona con el existir?
Como Parménides, los anteriormente citados, Tales de Mileto, Empédocles de Agrigento, Pitágoras de Samos etc. citados por Borges en su obra, buscaron la sustancia primordial de las cosas.
La actitud del escritor, frente al universo, la contemplación de su interior en sus correlaciones con su entorno y con los demás, la creación de un sistema que explique la compleja mecánica del yo- otro-;  la inclusión de su obra está dentro de ese sistema o de un distinto de igual coherencia.
En Parménides nos ocuparemos de la búsqueda del Ser; numerosos textos del autor registran una afirmación cuyo núcleo es una forma personal del singular o plural del verbo ser, que nace como resultado de una inmediata experiencia, en medio de un flujo textual. En un mismo poema podemos hallar un croquis autobiográfico, que defina a su Ser desde tres ángulos y esta definición “mutátis mutandis” es aplicable a todo ser, al Ser:
Es curioso el pensamiento de Parménides sobre la metáfora de los dos caminos: el de la verdad aclara cómo es el Ser y que es imposible que no sea y el que sostiene que el Ser no existe y el no-ser es necesario. Existiría una tercera posición diferente al ser y al no-ser, que se manifiesta varias veces en la obra del escritor, en sus juego de imágenes y espejos, en las apariencias y desdoblamientos. Es un camino que pertenece también a Parménides de Elea.
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F) HERACLITO DE EFESO.
Aparece un mayor número de veces, incluso le dedica dos poemas con su nombre. Tiene seguras raíces en la visión trágica del mundo, inmersas en el tiempo incesante, que imprime a los seres y objetos una cambiante condición en un fatal sendero de destrucción final. Heráclito es para nuestro autor un hombre barroco. Imposible olvidar la importancia que nuestro autor le otorga a la inteligencia y a la razón, valores que se manifiestan en las actitudes presocráticas. Pese a que a los hombres les es dado conocerse a sí mismos, viven en la apariencia y se alimentan de ella. Borges se preocupa sobre la esencia y la apariencia de los seres y objetos en innumerables referencias de profundo sentido metafórico como los espejos “fatales e incesantes.” Heráclito tiene una concepción cíclica del tiempo -en lo referente a la vuelta de los astros-para formar una situación estelar idéntica al cabo de una determinada cantidad de años. Sostiene que el hombre es un peregrino del tiempo y que el sentido de su camino debe medirse en el constante movimiento del gran círculo temporal, pues al cabo de cada año se provoca una catástrofe que luego será apoteosis. Borges sigue más a Pitágoras en la concepción cíclica; en cambio, hace suya la preocupación del filósofo nombrado sobre la mutación temporal que resumió en su axioma: “ no nos bañamos dos veces en el mismo río; si varios se bañan en el mismo río, no los mojan las mismas aguas;” otro de sus axiomas es; “todas las cosas fluyen.” Encontramos en el corpus borgiano alusiones directas que giran en torno del problema del tiempo.
La primera parte del poema A Heráclito presenta un juego simbolizante del paso inexorable del tiempo. Se insertan a su vez varios conceptos fundamentales de la ideología del filósofo: a) la naturaleza ama las oposiciones y trata de sintetizarlas a fin de lograr la armonía, ya que todo nace de la lucha, b): la identidad corre a través de la diferencia, estando ésta en el corazón de la identidad, c) es lo mismo en nosotros la vida que la muerte, la vigilia que el sueño, porque unos se transforman en los otros y d) no existe otro ser que el
devenir: somos y nos somos y todos los cambios se producen dentro del Ser.
El otro poema con el mismo nombre, “Heráclito” es una visión estetizante de la figura del filósofo de Efeso, un artificio evasivo del escritor. Aparece “el Oscuro” caminando por su ciudad, una tarde, hasta que alcanza las orillas de un río, cuyo incesante movimiento le inspira sus célebres aforismo y lo conduce a la identidad hombre-tiempo. Esa identidad nos lleva, simbolizado en la figura de Heráclito hacia un ser cuyo único tiempo es el futuro y cuya existencia es un sueño efímero, sostenido por la reiteración de los dos factores condicionantes del conocimiento profundo de las cosas: purificación y olvido. Esta concepción severa, unida a la geométrica desnudez enunciativa (cada verso aquí es una oración unimembre) recuerda los breves aforismos de Heráclito. Se insertan a su vez varios conceptos fundamentales de la ideología del filósofo.
Heráclito tiene una concepción cíclica del tiempo -en lo referente a la vuelta de los astros- para formar una situación estelar idéntica al cabo de una determinada cantidad de años. Sostiene que el hombre es un peregrino del tiempo y que el sentido de su camino debe medirse en el constante
El otro poema con el mismo nombre, “Heráclito” es una visión estetizante de la figura del filósofo de Efeso, un artificio evasivo borgiano. Aparece “el Oscuro” caminando por su ciudad, una tarde, hasta que alcanza las orillas de un río, cuyo incesante movimiento le inspira sus célebres aforismo y lo conduce a la identidad hombre-tiempo. Esa identidad nos lleva, simbolizado en la figura de Heráclito hacia un ser cuyo único tiempo es el futuro y cuya existencia es un sueño efímero. El río- tiempo, su simétrico el tiempo- ser y su mutante: ser o no ser posee una activa presencia a lo largo de toda la obra borgiana. He aquí algunas citas en las que se alude directamente al ilustre filósofo: en Olaus Magnus en su condición cambiante, el hombre pasa por un determinado número de situaciones limitadas por su inherente finitud y el curso de su tiempo no lo acerca hacia algunas que él desearía de un modo especial.
Consta de siete estrofas estructuradas simétricamente: la primera y la última evoca la imagen del tiempo-río; la segunda y tercera desarrollan la idea de un tiempo transformador a través de las oposiciones sueño-vigilia, día-noche, vida-muerte y sus respectiva interrelaciones; la quinta y la sexta caracterizan al arte como un espejo eterno, al margen de su encadenamiento temático, son estrofas semánticamente independientes.
En su condición cambiante, el hombre pasa por un determinado número de situaciones limitadas por su inherente finitud y el curso de su tiempo no lo acerca hacia algunas que él desearía de un modo especial.
Existen otros pasajes donde Borges acude a la imagen del agua y a la sutil materia temporal que conforma a la humana existencia, encerrando la mencionada imagen en una sólida estrofa en que la rima está dada por la repetición de las mismas palabras, hecha ya vista en otras ocasiones.
Existen otros pasajes donde Borges acude a la imagen del agua y a la sutil materia temporal que conforma a la humana existencia, encerrando la mencionada imagen en una sólida estrofa en que la rima está dada por la repetición de las mismas palabras, hecha ya vista en otras ocasiones.
En los dos últimos poemas citados encontramos nuevos ejes: río-laberinto, y materia-tiempo. Y en este último “Soneto del vino” ), la imagen tiempo-río actúa como segundo término comparativo de la marcha del vino a través del tiempo histórico.

CONCLUSIÓN
Los juegos con el tiempo y con el infinito se manifiestan con severidad metodológica y con armoniosa belleza en numerosos trabajos de Borges. Tiempo e infinito son también dos picos fundamentales en los pensadores presocráticos y se desarrollan en un análisis paralelamente aritmético y geométrico. Las posibilidades combinatorias, la representación numérica y gráfica del infinito y la aproximación de los sistemas matemáticos y coherentes son los caminos más arduamente frecuentados a fin de acercarse al universo, que Borges intenta explicar racionalmente. Cada verso de un poema es una reminiscencia de otros y podría ser un motivo de nuevo análisis, únicamente posible, cuando un criterio severo y racional se pone al servicio de su caudalosa vena poética. En “LA ROSA PROFUNDA, LA MONEDA DE HIERRO, HISTORIA DE LA NOCHE y por sobre todo en LA CIFRA, nuestro autor nos muestra la síntesis concisa -lejos del barroquismo de su juventud, arte que adquiere en sus últimas creaciones poéticas. La convergencia geométrica en toda su plenitud la encontramos en el último libro mencionado.
He intentado aproximarme en el tema Grecia y Borges. Las palabras del escritor valen como piezas de un engranaje filosófico, plagado de honduras.
El sentido abarcador de su poesía trasciende lo terrenal para extraviarse en lo puramente cósmico. Cualquiera de sus páginas en su vastísima obra podría ofrecernos un nuevo punto de partida que justificara la aplicación del epíteto presocrático. Lo intenso del universo helénico y la actitud profunda de Borges lo confirman. Quedan siempre las puertas abiertas sin candados para el estudio de otra compleja línea de pensamiento. Toda la labor literaria o filosófica, elaborada con dedicación, no hará sino destacar la condición que atribuyo solamente al poeta.

 

 

Bibliografía: Borges, Jorge Luis. Nombro únicamente sus libros pues las citas me ocuparían 4 páginas. EL OTRO, EL MISMO, LA CIFRA, HISTORIA DE LA NOCHE, FERVOR DE BUENOS AIRES, OTRAS INQUISICIONES, LA ROSA PROFUNDA, HISTORIA DE LA ETERNIDAD, DISCUSION, EL ALEPH, EL ORO DE LOS TIGRES, LA MONEDA DE HIERRO, EL HACEDOR, FERVOR DE BS.AS, ELOGIO DE LA SOMBRA.  OBRA. COMPLETA EN UN TOMO, LOMO VERDE  

La nota (30) es de Bruen, Jean. LES PRESOCRATIQUES.
Bibliografía General:
Ortega y Gasset; ¿Qué es la filosofía?
G. Simmel: “Problemas fundamentales de la filosofía.
K.Jaspers: La filosofía, Breviarios. F.C.E: año 1975
R. Mondolfo: El pensamiento antiguo
J. P Vernant. Los orígenes del pensamiento griego. Bs. As. Eudeba. Cap.2-8
C.M. Bowra: La Atenas de Pericles. Madrid, edit. Alianza. Año 1974, capítulo 4, 6, 7,9.
Ferré: Heráclito.
Weber A. Historia de la cultura: “culturas mediterráneas antiguas -época clásica, páginas 103-107. México. Buenos Aires, Eudeba. 1973


 

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